Hube deseado esa llamada millones de veces durante esos cinco años de añoranza a mis hermanos. Pero en ese momento no supe reaccionar, mis piernas no respondían las órdenes que les daba, mi cabeza se quedó totalmente en blanco, mi vista se volvió completamente borrosa y mis oídos estaban como taponados, ya que no oí la voz de Harry igual de clara como la había oído siempre, sino bajo niveles. No supe que hacer, y cada minuto que pasaba me sentía más inmóvil, más inútil. Las manos de Harry estuvieron en mis hombros, me zarandearon pero yo no respondí, solo sentí el movimiento que me provocaba. Luego, también, sentí que me cogió en brazos y me sentaba en el asiento delantero del coche, sentí la brisa que provocó el que hubiera cerrado la puerta del coche con mucha brusquedad.
No entendí las palabras que dijo cuando arrancó, intenté con todas mis fuerzas poder moverme, o si quiera poder hablar, pero me fue imposible. Cuando se me hubo aclarado la vista, me di cuenta de que estábamos llegando a mi casa, y en ese momento fue cuando, sin decir nada sin moverme casi, demostré mi completa felicidad. Mis lágrimas salían a chorros, y mi risa se oía por todo el coche, me dolió la mandíbula y no pude parar de reír, de sonreír. Giré la cabeza y comprobé que Harry me miraba, alternando la vista conmigo y la carretera, sin importarme que pasase cualquier accidente, me lancé a sus brazos, movió muy rápido el volante y frenó de manera bruta.
-¡Los tengo! - grité mientras mis lágrimas caían en su chaqueta - ¡Por fin los tengo!
De la misma manera que mis brazos se agarraban a su cuello de, él me agarró con fuerza por la cintura, y me susurró al oído, palabras simples, pero eran las que mejor se le daban.
-Lo sé, mi amor, lo sé.
Ya no tiene el pelo rubio como lo tenía antes, ahora es un castaño claro, que le queda muchísimo mejor. No puedo aguantar más así que aunque los zapatos y la cola del vestido me lo impiden, corro hacia él y le doy un abrazo.
-¡Nialler!
Me coge por la cintura y da vueltas sobre sí mismo, conmigo. Cuando por fin me baja, le doy tres besos, en las dos mejillas y en la frente, cuando me despego de él, me doy cuenta de que detrás de él esta la diseñadora mi vestido. Sí, es Claudia, Reneé eligió mi vestido, pero ella lo diseño. Y me encanta.
-Pequeña, me haces llorar, estas deslumbrante.
-Oh, no seas así, que si lloras tu, lloraré yo, y El me acaba de maquillar.
-¡Eso! Así que, eso de llorar lo dejáis para luego.
-¡Claudia! - grito otra vez - ¿Qué? Dime que me queda bien, tu opinión es importante.
-Cielo, tu estás radiante incluso con una sábana rodeando tu cuerpo - se acerca a mí y me abraza - ¡Dios! No puedo creer que ya sea el día, si hace dos días estaba discutiendo con Reneé por el tamaño de tu cola...
-El tiempo pasa muy deprisa...
Cuando bajamos del coche, fuimos corriendo hacía la puerta de mi casa. Con mucha desesperación busqué mis llaves, pero recordé que no hube cogido nada en casa, el móvil se quedó en el suelo y las llaves en la mesa...
-Eres una despistada, debajo del felpudo.
Me agaché y alcé el felpudo, haciendo que una pequeña nube de polvo me cegara por un momento. Saqué la llave y sin esperarlo más, la metí en la cerradura, un 'click', y empujé la puerta para subir corriendo las escaleras. Mi corazón se aceleró, tanto por la agitación de la carrera que había hecho tanto por la emoción que me causaba saber más sobre ellos, sobre mis hermanos. En el salón estaba el señor Quendeck, sentado en el sofá, y al lado estaba un hombre, con el pelo de color castaño claro, no le vi la cara en ese momento, pero mi respiración alterada hizo que ambos se dieran la vuelta, y pude reconocer la cara de aquel 'hombre'. En esos cinco años solo recibí llamadas de él, quien me contaba que había conseguido entrar en la Universidad, que estaba ya en el tercer año de Ingeniería mecánica, pero la última llamada que recibí de él había sido dos años atrás, nada más. Verlo ahí, provocó que mi emoción aumentara, sus facciones seguían siendo las mismas, simplemente se le veía más maduro, su sonrisa seguía siendo la misma, la profundidad de sus ojos azules eran los mismos que provocaron que me enamorase de él, aunque en ese momento solo sentía emoción por verlo y por tenerlo como un amigo más.
-Que porque corras más no... - Harry se quedó igual de boquiabierto que yo, al verlo ahí sentado, con esa maravillosa sonrisa -, ¿Mike?
-Hey, ¿cuanto tiempo no? ¿Qué tal estáis?
-Pues muy bien - dijo Harry acercándose a él y dándole un abrazo -, ¿que haces tú por aquí?
-Pensé que te encontraría aquí - dijo mirándome -, pero me acabo de enterar de que ya no vives aquí, son cosas que se dicen por teléfono Eva.
-Sí, bueno, también se avisa cuando uno recibe visita...
-Eva, querida, un poco de cordialidad a quién ha sido el que ha encontrado a tus hermanos, ¿no crees?
El mundo se me cayó encima cuando dijo aquello, '¿Ha sido él quién los ha encontrado? ¿Cómo? ¿Por qué?'
-¿Perdón? ¿Que...Que ha dicho? Eso es imposible. - dije vacilante.
-No me subestimes, Eva. Bueno, yo ya me iba, señor Quendeck, llámeme con cualquier novedad, por favor.
-Oh, por supuesto, joven Looper.
-Nos volveremos a ver Eva, lo mismo Harry, adiós.
Sin decir nada más bajó las escaleras y se oyó el sonido de la puerta cerrándose, hubo un par de minutos de silencio, pero yo lo evité. Y empecé a preguntar todo lo que quise saber.
-¿Dónde están? ¿Cuándo los puedo ver?
-Oh, Eva, ya sabes que esto lleva tiem...
-¡¿Dónde están?! - chillé.
-Todavía no los puedes ver, hay que hacer una serie de trámites, el juicio con tu tía, ya sabes, ellos están bien, están en una casa de acogida.
-¿Cuánto tiempo puede durar eso? ¿Es rápido no?
-Lamentablemente no, haré todo lo posible para que todo esto se realice antes de que pase un año, pero lo conseguiré tranquila.
No entendí las palabras que dijo cuando arrancó, intenté con todas mis fuerzas poder moverme, o si quiera poder hablar, pero me fue imposible. Cuando se me hubo aclarado la vista, me di cuenta de que estábamos llegando a mi casa, y en ese momento fue cuando, sin decir nada sin moverme casi, demostré mi completa felicidad. Mis lágrimas salían a chorros, y mi risa se oía por todo el coche, me dolió la mandíbula y no pude parar de reír, de sonreír. Giré la cabeza y comprobé que Harry me miraba, alternando la vista conmigo y la carretera, sin importarme que pasase cualquier accidente, me lancé a sus brazos, movió muy rápido el volante y frenó de manera bruta.
-¡Los tengo! - grité mientras mis lágrimas caían en su chaqueta - ¡Por fin los tengo!
De la misma manera que mis brazos se agarraban a su cuello de, él me agarró con fuerza por la cintura, y me susurró al oído, palabras simples, pero eran las que mejor se le daban.
-Lo sé, mi amor, lo sé.
Ya no tiene el pelo rubio como lo tenía antes, ahora es un castaño claro, que le queda muchísimo mejor. No puedo aguantar más así que aunque los zapatos y la cola del vestido me lo impiden, corro hacia él y le doy un abrazo.
-¡Nialler!
Me coge por la cintura y da vueltas sobre sí mismo, conmigo. Cuando por fin me baja, le doy tres besos, en las dos mejillas y en la frente, cuando me despego de él, me doy cuenta de que detrás de él esta la diseñadora mi vestido. Sí, es Claudia, Reneé eligió mi vestido, pero ella lo diseño. Y me encanta.
-Pequeña, me haces llorar, estas deslumbrante.
-Oh, no seas así, que si lloras tu, lloraré yo, y El me acaba de maquillar.
-¡Eso! Así que, eso de llorar lo dejáis para luego.
-¡Claudia! - grito otra vez - ¿Qué? Dime que me queda bien, tu opinión es importante.
-Cielo, tu estás radiante incluso con una sábana rodeando tu cuerpo - se acerca a mí y me abraza - ¡Dios! No puedo creer que ya sea el día, si hace dos días estaba discutiendo con Reneé por el tamaño de tu cola...
-El tiempo pasa muy deprisa...
Cuando bajamos del coche, fuimos corriendo hacía la puerta de mi casa. Con mucha desesperación busqué mis llaves, pero recordé que no hube cogido nada en casa, el móvil se quedó en el suelo y las llaves en la mesa...
-Eres una despistada, debajo del felpudo.
Me agaché y alcé el felpudo, haciendo que una pequeña nube de polvo me cegara por un momento. Saqué la llave y sin esperarlo más, la metí en la cerradura, un 'click', y empujé la puerta para subir corriendo las escaleras. Mi corazón se aceleró, tanto por la agitación de la carrera que había hecho tanto por la emoción que me causaba saber más sobre ellos, sobre mis hermanos. En el salón estaba el señor Quendeck, sentado en el sofá, y al lado estaba un hombre, con el pelo de color castaño claro, no le vi la cara en ese momento, pero mi respiración alterada hizo que ambos se dieran la vuelta, y pude reconocer la cara de aquel 'hombre'. En esos cinco años solo recibí llamadas de él, quien me contaba que había conseguido entrar en la Universidad, que estaba ya en el tercer año de Ingeniería mecánica, pero la última llamada que recibí de él había sido dos años atrás, nada más. Verlo ahí, provocó que mi emoción aumentara, sus facciones seguían siendo las mismas, simplemente se le veía más maduro, su sonrisa seguía siendo la misma, la profundidad de sus ojos azules eran los mismos que provocaron que me enamorase de él, aunque en ese momento solo sentía emoción por verlo y por tenerlo como un amigo más.
-Que porque corras más no... - Harry se quedó igual de boquiabierto que yo, al verlo ahí sentado, con esa maravillosa sonrisa -, ¿Mike?
-Hey, ¿cuanto tiempo no? ¿Qué tal estáis?
-Pues muy bien - dijo Harry acercándose a él y dándole un abrazo -, ¿que haces tú por aquí?
-Pensé que te encontraría aquí - dijo mirándome -, pero me acabo de enterar de que ya no vives aquí, son cosas que se dicen por teléfono Eva.
-Sí, bueno, también se avisa cuando uno recibe visita...
-Eva, querida, un poco de cordialidad a quién ha sido el que ha encontrado a tus hermanos, ¿no crees?
El mundo se me cayó encima cuando dijo aquello, '¿Ha sido él quién los ha encontrado? ¿Cómo? ¿Por qué?'
-¿Perdón? ¿Que...Que ha dicho? Eso es imposible. - dije vacilante.
-No me subestimes, Eva. Bueno, yo ya me iba, señor Quendeck, llámeme con cualquier novedad, por favor.
-Oh, por supuesto, joven Looper.
-Nos volveremos a ver Eva, lo mismo Harry, adiós.
Sin decir nada más bajó las escaleras y se oyó el sonido de la puerta cerrándose, hubo un par de minutos de silencio, pero yo lo evité. Y empecé a preguntar todo lo que quise saber.
-¿Dónde están? ¿Cuándo los puedo ver?
-Oh, Eva, ya sabes que esto lleva tiem...
-¡¿Dónde están?! - chillé.
-Todavía no los puedes ver, hay que hacer una serie de trámites, el juicio con tu tía, ya sabes, ellos están bien, están en una casa de acogida.
-¿Cuánto tiempo puede durar eso? ¿Es rápido no?
-Lamentablemente no, haré todo lo posible para que todo esto se realice antes de que pase un año, pero lo conseguiré tranquila.