Intentaba llenar mi cabeza con nuevas metas. Haber encontrado a mis hermanos me hacía sonreír continuamente. Hubieron días en los que las risas y sonrisas causaron que me doliesen las mejillas, pero relativamente me daba igual. Habían sido varios años en los que no reía con ganas, en los que no encontraba el lado positivo a nada. Me sentía completa, como si del vaso vacío, habrían echado algún líquido, y que incluso se sobrepasara del borde.
Pasé noches sin dormir de la desesperación de que me llamasen con noticias, cosa que no ocurrió en bastante tiempo. Me apoyé en la idea de que por lo menos estaban en la misma ciudad que yo. Aunque fuese poco, me valió durante unos meses.
Ese día, al mediodía, Harry me llevó a casa, después de haber a ido a un restaurante a comprar comida para llevar, según él teníamos que celebrarlo.
Dejando todo en la cocina, fui a mi habitación a ponerme algo más cómoda, ya que no tenía pensado volver a salir, necesitaba asimilar la noticia. Mientras me quitaba la camisa blanca, sentí los brazos de Harry por mi cintura, lo que hizo que me estremeciera. En esos cinco años, las veces en las que pudimos estar juntos fueron escasas, por decirlo de alguna manera, no fuimos muy activos en cuanto a lo sexual. Mi mente estuvo fuera de sí. Pero ese día, me di el placer de dejarme llevar, de hacer lo que el cuerpo me mandase, y no lo que mi mente pensase.
Terminé de quitarme la camisa, mientras él me besaba el cuello. Me giré y con una sonrisa en la cara, le besé, sin intención de parar.
-Echaba de menos esto - dije sin separar mis labios de los suyos.
Sin darnos cuenta ya estábamos tumbados en la cama, dentro de ella, ambos desnudos, y con su mirada puesta en la mía. Quería más que simples roces, más que simples besos. Así que por momentos era yo quien tomaba el control, cogí sus hombros y con fuerza me puse encima de él. Fue como si jugásemos como niños, no parábamos de reír, y de girar en la cama. Fue como volver a la vida. Estar con él, me proporcionaba más vida. Algo que no aprecié en ausencia de mis hermanos.
-¿Está todo listo? - pregunto nerviosa.
-Eva, tranquilízate, los invitados están llegando y Reneé está terminando con las flores, todo estará perfecto, ya verás. - dice Claudia.
Solo sonrío. Pero me cuesta creer que esté aquí, que dentro de escasos minutos estaré caminando hacia el altar, en dónde él estará esperándome, o igual no, ¿y si no llega? ¿y si se arrepiente?
-¡Chicas! ¡Ha llegado el stripper!
Lleva un traje precioso, un gris que no le sienta nada mal. Me mira de arriba abajo y no puedo evitar sonrojarme.
-Eh, preciosa, ¿por qué no te casa conmigo? Deja a ese idiota, que por cierto, acaba de llegar.
Mi corazón se acelera por momentos, siento que la habitación da vueltas y necesito sentarme, ¿qué me pasa? Ya no tengo nervios de saber si llega o no, solo tengo ganas de dormir. Cierro los ojos y no hago caso de las voces que gritan mi nombre.
El cansancio pudo con nosotros, pero más con él. Sus ojos se cerraron junto con una sonrisa en la cara. Observé durante bastante tiempo sus labios, su nariz, todo, lo tenía a pocos centímetros. Tenía los ojos cerrados, y su respiración me tranquilizaba, incluso dormido producía música.
Quitando con cuidado su brazo de mi cuerpo, me levanté y me puse una de sus camisetas y un chándal gris. Fui a la cocina a calentar la comida, estaba hambrienta, y supuse que él también lo estaría, pero cuando llegué, las dos bolsas del restaurante estaban vacías. Por un momento pasé miedo, pero después de oír unas risas conocidas me enfadé.
Me acerqué al salón despacio, intentando no hacer ruido. Lo más bajito pero claro que pude, empecé a hablarles.
-No se puede tener más cara...
Los dos se separaron en medio segundo y mientras Niall se caía al suelo, Claudia me miraba con la cara totalmente roja.
-¿Cómo habéis conseguido entrar?
Los gemidos de Niall al levantarse, llamaron mi atención.
-Harry es de dejar una llave escondida detrás de algún lado, pero... Bueno, hemos entrado por la puerta de atrás - miró a Claudia -, no encontramos la llave.
Empezaron a sonreírse, y sin quererlo a mi también me hizo gracia la situación. Pero, luego recordé que Niall había terminado con ella, y que en ese momento estaba con esa tal Caitlyn. Recordarlo hizo que volviera a mi postura seria.
-Claudia, ¿te importa si hablo con él a solas?
Negó con la cabeza y se volvió a sentar en el sofá, cogí a Niall del brazo y lo llevé a la cocina.
-Ya, ya, lo siento, es que Harry me mandó un mensaje con la noticia y como os vi dur...
-Mira, me da igual que hayas venido, pero ¿qué haces con ella? ¿no estabas con la chica esa, Evelyn?
Empezó a reír, pero luego miró hacia el suelo y me percaté de su tristeza. Cogí su barbilla y levanté su mirada.
-¿Qué ha pasado?
-Mejor tarde que nunca, ¿no? - vi en su expresión ganas de echarse a llorar - Caitlyn... Caitlyn no quería más que salir conmigo en la portada de alguna revista - estalló, me acerqué a él y le abracé - ¿por qué siempre me pasa esto?
-No te quejes, creo que a la chica que tienes en mí salón le hiciste más daño.
Me apretó con fuerza, yo le acaricié el pelo, intentando que se tranquilizase. Cuando dejó de llorar, abrió el grifo del fregadero y se echó agua en la cara, se secó con una servilleta y sonrió.
-¿Crees que le hice daño?
-Niall... ¿Cuándo la has llamado? ¿A que ha sido hoy mismo? - asintió - Poniéndote un ejemplo, a Evelyn ni se le habría ocurrido haberte cogido. El amor es así, de unas viene, de otras se va. Pero ella te quiere, se nota, y espero que la correspondas, o que por lo menos te des cuenta.
Pasé noches sin dormir de la desesperación de que me llamasen con noticias, cosa que no ocurrió en bastante tiempo. Me apoyé en la idea de que por lo menos estaban en la misma ciudad que yo. Aunque fuese poco, me valió durante unos meses.
Ese día, al mediodía, Harry me llevó a casa, después de haber a ido a un restaurante a comprar comida para llevar, según él teníamos que celebrarlo.
Dejando todo en la cocina, fui a mi habitación a ponerme algo más cómoda, ya que no tenía pensado volver a salir, necesitaba asimilar la noticia. Mientras me quitaba la camisa blanca, sentí los brazos de Harry por mi cintura, lo que hizo que me estremeciera. En esos cinco años, las veces en las que pudimos estar juntos fueron escasas, por decirlo de alguna manera, no fuimos muy activos en cuanto a lo sexual. Mi mente estuvo fuera de sí. Pero ese día, me di el placer de dejarme llevar, de hacer lo que el cuerpo me mandase, y no lo que mi mente pensase.
Terminé de quitarme la camisa, mientras él me besaba el cuello. Me giré y con una sonrisa en la cara, le besé, sin intención de parar.
-Echaba de menos esto - dije sin separar mis labios de los suyos.
Sin darnos cuenta ya estábamos tumbados en la cama, dentro de ella, ambos desnudos, y con su mirada puesta en la mía. Quería más que simples roces, más que simples besos. Así que por momentos era yo quien tomaba el control, cogí sus hombros y con fuerza me puse encima de él. Fue como si jugásemos como niños, no parábamos de reír, y de girar en la cama. Fue como volver a la vida. Estar con él, me proporcionaba más vida. Algo que no aprecié en ausencia de mis hermanos.
-¿Está todo listo? - pregunto nerviosa.
-Eva, tranquilízate, los invitados están llegando y Reneé está terminando con las flores, todo estará perfecto, ya verás. - dice Claudia.
Solo sonrío. Pero me cuesta creer que esté aquí, que dentro de escasos minutos estaré caminando hacia el altar, en dónde él estará esperándome, o igual no, ¿y si no llega? ¿y si se arrepiente?
-¡Chicas! ¡Ha llegado el stripper!
Lleva un traje precioso, un gris que no le sienta nada mal. Me mira de arriba abajo y no puedo evitar sonrojarme.
-Eh, preciosa, ¿por qué no te casa conmigo? Deja a ese idiota, que por cierto, acaba de llegar.
Mi corazón se acelera por momentos, siento que la habitación da vueltas y necesito sentarme, ¿qué me pasa? Ya no tengo nervios de saber si llega o no, solo tengo ganas de dormir. Cierro los ojos y no hago caso de las voces que gritan mi nombre.
El cansancio pudo con nosotros, pero más con él. Sus ojos se cerraron junto con una sonrisa en la cara. Observé durante bastante tiempo sus labios, su nariz, todo, lo tenía a pocos centímetros. Tenía los ojos cerrados, y su respiración me tranquilizaba, incluso dormido producía música.
Quitando con cuidado su brazo de mi cuerpo, me levanté y me puse una de sus camisetas y un chándal gris. Fui a la cocina a calentar la comida, estaba hambrienta, y supuse que él también lo estaría, pero cuando llegué, las dos bolsas del restaurante estaban vacías. Por un momento pasé miedo, pero después de oír unas risas conocidas me enfadé.
Me acerqué al salón despacio, intentando no hacer ruido. Lo más bajito pero claro que pude, empecé a hablarles.
-No se puede tener más cara...
Los dos se separaron en medio segundo y mientras Niall se caía al suelo, Claudia me miraba con la cara totalmente roja.
-¿Cómo habéis conseguido entrar?
Los gemidos de Niall al levantarse, llamaron mi atención.
-Harry es de dejar una llave escondida detrás de algún lado, pero... Bueno, hemos entrado por la puerta de atrás - miró a Claudia -, no encontramos la llave.
Empezaron a sonreírse, y sin quererlo a mi también me hizo gracia la situación. Pero, luego recordé que Niall había terminado con ella, y que en ese momento estaba con esa tal Caitlyn. Recordarlo hizo que volviera a mi postura seria.
-Claudia, ¿te importa si hablo con él a solas?
Negó con la cabeza y se volvió a sentar en el sofá, cogí a Niall del brazo y lo llevé a la cocina.
-Ya, ya, lo siento, es que Harry me mandó un mensaje con la noticia y como os vi dur...
-Mira, me da igual que hayas venido, pero ¿qué haces con ella? ¿no estabas con la chica esa, Evelyn?
Empezó a reír, pero luego miró hacia el suelo y me percaté de su tristeza. Cogí su barbilla y levanté su mirada.
-¿Qué ha pasado?
-Mejor tarde que nunca, ¿no? - vi en su expresión ganas de echarse a llorar - Caitlyn... Caitlyn no quería más que salir conmigo en la portada de alguna revista - estalló, me acerqué a él y le abracé - ¿por qué siempre me pasa esto?
-No te quejes, creo que a la chica que tienes en mí salón le hiciste más daño.
Me apretó con fuerza, yo le acaricié el pelo, intentando que se tranquilizase. Cuando dejó de llorar, abrió el grifo del fregadero y se echó agua en la cara, se secó con una servilleta y sonrió.
-¿Crees que le hice daño?
-Niall... ¿Cuándo la has llamado? ¿A que ha sido hoy mismo? - asintió - Poniéndote un ejemplo, a Evelyn ni se le habría ocurrido haberte cogido. El amor es así, de unas viene, de otras se va. Pero ella te quiere, se nota, y espero que la correspondas, o que por lo menos te des cuenta.
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