Suena mi móvil mientras me dirijo hacia la cafetería y me sorprendo de ver quién esta llamando.
-¿Eva? - dice su voz un tanto ronca.
-¡Eh! Cuanto tiempo... ¿que tal estás?
-Me he enterado de que se ha cancelado la boda... Y quería saber que tal estabas, igual había sido él quien lo hubiese decidido, que...
-Oh, no, no. No te preocupes - la interrumpo -, me desmayé... Ya sabes, los nervios y tal, pero no te preocupes, de verdad, todo llegará a su tiempo, ¿que tal estas tú? Me dijo Harry que ya estabas en rehabilitación, ¿como van esas piernas? - digo intentando parecer animada, ella suspira y escucho una leve risa.
-Mejor... Bueno, me alegro de que todo marche bien, ya sabes donde estoy, Eva. Cualquier cosa me avisas, y... - escucho como ella es interrumpida por a saber quien - Te llamo luego, un beso para los chicos.
Y cuelga, no me deja ni despedirme. La verdad es que durante este tiempo que no he sabido de ella la echaba en falta de vez en cuando.
Pero la vida transcurre, y como las leves arrugas que puedo llegar a ver desde aquí de Liam, el tiempo pasa.
Aquella noche no pude dormir. Di mil vueltas en la cama, me tape y destape otras cien veces, y conté no se cuantas mil ovejas, y aun así, no pude dormir. Inconscientemente grité y al cabo de dos segundos escuché un golpe y pisadas rápidas y fuertes dirigiéndose hacia a mi.
-¿Que pasa?- dijo Mike mientras abría la puerta de mi habitación y encendía la luz - ¿Estas bien?
-No puedo dormir, ¿te he despertado?
Me quité las mantas de encima con enfado y me ate el pelo con una cinta rosa que encontré en el suelo.
-No, tampoco podía dormir. Tu grito ha hecho que me caiga del sofá, pero no te preocupes - dijo sarcásticamente.
-Lo siento...
-Ven, - dijo estrechándome una mano - vamos a hablar.
Evité tocar su mano, solo la observé, le sonreí, y fui hacia el salón. Me sorprendió ver que encima de la mesita de en medio del salón hubiese una bandeja de madera con dos tazas humeantes encima. Olía a miel y galletas. Me recordó las noches que pasaba con Mike, noches en las que no necesitaba mis abrazos para dejar de temblar, que no necesitaba mis labios para satisfacerse, si no que necesitaba saciarse de lo que le podían llegar a vender en la calle, en cualquier callejón. El olor de la miel me hizo recordar como lo quería en el pasado, pero inmediatamente borré esos pensamientos porque note como su mano tocaba mi hombro y me indicaba que me sentase.
-Chocolate, ¿verdad? - asentí, sentándome en el sofá y viendo que las tazas estaban vacías, pero calientes.
-¿Estas otra vez con lo mismo? - grité para que me oyese desde la cocina. No me contesto y no quise volver a repetir la pregunta. Al cabo de una rato, vino y me tendió otra taza caliente, abracé el calor que me proporcionó en las manos, e inesperadamente me respondió.
-No he vuelto a lo de antes, si te refieres a la droga... Le he cogido cariño a la miel después de todo- rió.
Sonreí, aunque realmente no sabía que decirle. Hubo pasado mucho en que él y yo no habíamos mantenido el contacto. Tenía tantas dudas, tantas preguntas, tantas cosas que contarle... Porque ante todo, antes que mi ex novio, antes que cualquier cosa, él era mi amigo... Entonces opté por soltarle la pregunta más deseosa que tenía en la garganta.
-¿Por qué no estas en casa? No quiero decir que me molestes, solo que... No sé... Tu padre... ¿Le ha pasado algo?
-Buf, ¿sabes? Desde que no mantengo contacto con él tampoco es que sepa mucho. Sé que esta bien, por lo menos no me han dicho lo contrario. No estoy aquí por el hecho de que esté enfermo. Estoy aquí porque me ha excluido de su vida. - estiró los brazos y se tapó con una manta que no hube visto en el suelo.
-Pero, ¿que has hecho? ¿Seguro que estás bien? - le dije poniendo mi mano sobre una de las suyas.
-De verdad, no te preocupes. Me gasté dinero en cosas que no debía, pero no en cosas malas... La verdad, es que si no me lo hubiese gastado en lo que me gasté, tu no estarías a punto de ver a tus hermanos. No me arrepiento.
Los ojos se me llenaron de lágrimas, por todo, en general. La emoción de poder tener a mis hermanos de vuelta, la emoción del daño que me había causado Harry, la emoción de tener a Mike después de no haber sabido nada de él durante varios años. Le abracé, y le dije un "gracias" entre sollozo y sollozo.
-Eva.. Si no hubiese sido por haberte tenido presente a ti, y a todo lo que tu has hecho por mi, no habría tenido la fuerza que tuve para dejarlo todo atrás y buscarlos.
-¿Cómo fue? ¿Dónde los encontraste?
-Me resultó difícil reconocerlos después de tantos años buscando a través de una foto que solo representaba pura niñez e inocencia. Cuando fui por el Norte de Francia, sin ninguna esperanza, me alojé en un motel de un pueblo cerca de Picardie. Estaba con el detective que contrató el señor Kinddle, ya que le comenté mis intenciones y me lo mandó por unos meses... Bueno, estábamos dejando el equipaje en las habitaciones y cuando me dispuse a recorrer el pueblo, vi a Bill. Grité su nombre, y vi como al principio no me reconoció, pero al cabo de dos segundos, se puso a llorar y se acercó a abrazarme. Está muy alto para los nueve años que tiene, esto sucedió hace dos meses. Emma... Emma está un poco más cambiada, cuando la vi... vi tu cara en sus ojos- tenía más lágrimas en los ojos, mi garganta emitía ruidos que no podía controlar.
>No te voy a contar como están ahora, ya los verás tú, pronto. Ya verás - me quitó una lágrima de la mejilla -. Bueno, cuando vi a Bill, lo primero que le dije fue que no le dijera nada a Laura. Que ella no podía enterarse de nuestras intenciones hasta avanzado el momento. Me dijo que en ese momento ella se había ido a la ciudad y que llegaría por la noche, me llevó a ver a Emma, pero ella sí que no me reconoció, era obvio ¿no? Después, el trámite ya se puso en marcha, Carlos, el detective, me advirtió que tenía que estar seguro de que eran ellos, de que si fallaba a operación todo se iba al garete. Le perjuré que estaba completamente seguro, él habló con Bill, y pasados unos diez días, creo, arrestamos a Laura... Los cargos a los que se le somete tienes que mirarlos tu, yo ahí ya no me metí. Lo que no me va gustar va ser que tengas que hacer un careo con ella.
-Eso me da igual, Mike. Solo quiero saber si ellos están bien, si necesitan algo, algo que yo les proporcione para cuando me toque verlos...
-Están fantásticamente. De eso no te preocupes... Ahora... Ahora quiero saber yo, ¿qué haces tú aquí? Louis me dijo que tenías una casa con Harry a las afueras...
-Bueno... Esa es otra historia... Por decirlo de alguna manera, estamos manteniendo distancias ahora con esto de mis hermanos. A parte me apetecía venir a mi casa.
-¿Qué te ha hecho? - dijo serio, irguiéndose en el sofá, e inmediatamente se puso serio.
-¿Él? - reí - ¿Por qué siempre es él quien me tiene que hacer algo? ¿No puedo ser yo?
-Tú no serías capaz de hacerle ningún daño a nadie. Eres demasiado sensible... Y lo que paso con Eleanor no tiene sentido. Te echaste la culpa de una chorrada en la que tu ni siquiera intervenías en cuerpo y alma. Eres... Un poco tonta en ese sentido - dijo mientras me miraba pícaro. - Bueno, que, ¿qué te ha hecho?
-¡Oye! No soy tonta... Tengo casi veinticuatro años, merezco un poco de respeto en cuanto a ti, eh.
-¿Me lo vas a contar? ¿O..?
-Mike - le interrumpí -, ya lo sabes, lo intuyes, no te hagas el tonto tú.
-Tenía la esperanza de que quizá él no fuese tan estúpido como lo fui yo.
En ese momento, empezó a sonar mi móvil, fui corriendo a la habitación dejando caer por el suelo la cinta rosa que había atado mi pelo durante la conversación.
Era Louis.
-¡LADRONZUELA! - gritó con voz ebria - ¿dónde estás? Harry me ha llamado, esta tope borracho conmigo, jaaaaaaaaaaaaaaaa, ¿dónde estas?
-¿Louis? ¿Estáis bien? ¿¡Dónde estas!?
-Eh, espera, ladronzuela, que nos están siguiendo - tras unos cuantos traspiés, oí como ambos se ponían a gritar - ¡no queremos fotos, joder! Vete a la...
Y en ese momento se cortó, me puse la chaqueta con la intención de ir a buscarlos, pero antes de que saliese de la habitación, oí los mismos gritos y golpes en la puerta de mi casa. Las dudas se me resolverían en ese momento.
-¿Eva? - dice su voz un tanto ronca.
-¡Eh! Cuanto tiempo... ¿que tal estás?
-Me he enterado de que se ha cancelado la boda... Y quería saber que tal estabas, igual había sido él quien lo hubiese decidido, que...
-Oh, no, no. No te preocupes - la interrumpo -, me desmayé... Ya sabes, los nervios y tal, pero no te preocupes, de verdad, todo llegará a su tiempo, ¿que tal estas tú? Me dijo Harry que ya estabas en rehabilitación, ¿como van esas piernas? - digo intentando parecer animada, ella suspira y escucho una leve risa.
-Mejor... Bueno, me alegro de que todo marche bien, ya sabes donde estoy, Eva. Cualquier cosa me avisas, y... - escucho como ella es interrumpida por a saber quien - Te llamo luego, un beso para los chicos.
Y cuelga, no me deja ni despedirme. La verdad es que durante este tiempo que no he sabido de ella la echaba en falta de vez en cuando.
Pero la vida transcurre, y como las leves arrugas que puedo llegar a ver desde aquí de Liam, el tiempo pasa.
Aquella noche no pude dormir. Di mil vueltas en la cama, me tape y destape otras cien veces, y conté no se cuantas mil ovejas, y aun así, no pude dormir. Inconscientemente grité y al cabo de dos segundos escuché un golpe y pisadas rápidas y fuertes dirigiéndose hacia a mi.
-¿Que pasa?- dijo Mike mientras abría la puerta de mi habitación y encendía la luz - ¿Estas bien?
-No puedo dormir, ¿te he despertado?
Me quité las mantas de encima con enfado y me ate el pelo con una cinta rosa que encontré en el suelo.
-No, tampoco podía dormir. Tu grito ha hecho que me caiga del sofá, pero no te preocupes - dijo sarcásticamente.
-Lo siento...
-Ven, - dijo estrechándome una mano - vamos a hablar.
Evité tocar su mano, solo la observé, le sonreí, y fui hacia el salón. Me sorprendió ver que encima de la mesita de en medio del salón hubiese una bandeja de madera con dos tazas humeantes encima. Olía a miel y galletas. Me recordó las noches que pasaba con Mike, noches en las que no necesitaba mis abrazos para dejar de temblar, que no necesitaba mis labios para satisfacerse, si no que necesitaba saciarse de lo que le podían llegar a vender en la calle, en cualquier callejón. El olor de la miel me hizo recordar como lo quería en el pasado, pero inmediatamente borré esos pensamientos porque note como su mano tocaba mi hombro y me indicaba que me sentase.
-Chocolate, ¿verdad? - asentí, sentándome en el sofá y viendo que las tazas estaban vacías, pero calientes.
-¿Estas otra vez con lo mismo? - grité para que me oyese desde la cocina. No me contesto y no quise volver a repetir la pregunta. Al cabo de una rato, vino y me tendió otra taza caliente, abracé el calor que me proporcionó en las manos, e inesperadamente me respondió.
-No he vuelto a lo de antes, si te refieres a la droga... Le he cogido cariño a la miel después de todo- rió.
Sonreí, aunque realmente no sabía que decirle. Hubo pasado mucho en que él y yo no habíamos mantenido el contacto. Tenía tantas dudas, tantas preguntas, tantas cosas que contarle... Porque ante todo, antes que mi ex novio, antes que cualquier cosa, él era mi amigo... Entonces opté por soltarle la pregunta más deseosa que tenía en la garganta.
-¿Por qué no estas en casa? No quiero decir que me molestes, solo que... No sé... Tu padre... ¿Le ha pasado algo?
-Buf, ¿sabes? Desde que no mantengo contacto con él tampoco es que sepa mucho. Sé que esta bien, por lo menos no me han dicho lo contrario. No estoy aquí por el hecho de que esté enfermo. Estoy aquí porque me ha excluido de su vida. - estiró los brazos y se tapó con una manta que no hube visto en el suelo.
-Pero, ¿que has hecho? ¿Seguro que estás bien? - le dije poniendo mi mano sobre una de las suyas.
-De verdad, no te preocupes. Me gasté dinero en cosas que no debía, pero no en cosas malas... La verdad, es que si no me lo hubiese gastado en lo que me gasté, tu no estarías a punto de ver a tus hermanos. No me arrepiento.
Los ojos se me llenaron de lágrimas, por todo, en general. La emoción de poder tener a mis hermanos de vuelta, la emoción del daño que me había causado Harry, la emoción de tener a Mike después de no haber sabido nada de él durante varios años. Le abracé, y le dije un "gracias" entre sollozo y sollozo.
-Eva.. Si no hubiese sido por haberte tenido presente a ti, y a todo lo que tu has hecho por mi, no habría tenido la fuerza que tuve para dejarlo todo atrás y buscarlos.
-¿Cómo fue? ¿Dónde los encontraste?
-Me resultó difícil reconocerlos después de tantos años buscando a través de una foto que solo representaba pura niñez e inocencia. Cuando fui por el Norte de Francia, sin ninguna esperanza, me alojé en un motel de un pueblo cerca de Picardie. Estaba con el detective que contrató el señor Kinddle, ya que le comenté mis intenciones y me lo mandó por unos meses... Bueno, estábamos dejando el equipaje en las habitaciones y cuando me dispuse a recorrer el pueblo, vi a Bill. Grité su nombre, y vi como al principio no me reconoció, pero al cabo de dos segundos, se puso a llorar y se acercó a abrazarme. Está muy alto para los nueve años que tiene, esto sucedió hace dos meses. Emma... Emma está un poco más cambiada, cuando la vi... vi tu cara en sus ojos- tenía más lágrimas en los ojos, mi garganta emitía ruidos que no podía controlar.
>No te voy a contar como están ahora, ya los verás tú, pronto. Ya verás - me quitó una lágrima de la mejilla -. Bueno, cuando vi a Bill, lo primero que le dije fue que no le dijera nada a Laura. Que ella no podía enterarse de nuestras intenciones hasta avanzado el momento. Me dijo que en ese momento ella se había ido a la ciudad y que llegaría por la noche, me llevó a ver a Emma, pero ella sí que no me reconoció, era obvio ¿no? Después, el trámite ya se puso en marcha, Carlos, el detective, me advirtió que tenía que estar seguro de que eran ellos, de que si fallaba a operación todo se iba al garete. Le perjuré que estaba completamente seguro, él habló con Bill, y pasados unos diez días, creo, arrestamos a Laura... Los cargos a los que se le somete tienes que mirarlos tu, yo ahí ya no me metí. Lo que no me va gustar va ser que tengas que hacer un careo con ella.
-Eso me da igual, Mike. Solo quiero saber si ellos están bien, si necesitan algo, algo que yo les proporcione para cuando me toque verlos...
-Están fantásticamente. De eso no te preocupes... Ahora... Ahora quiero saber yo, ¿qué haces tú aquí? Louis me dijo que tenías una casa con Harry a las afueras...
-Bueno... Esa es otra historia... Por decirlo de alguna manera, estamos manteniendo distancias ahora con esto de mis hermanos. A parte me apetecía venir a mi casa.
-¿Qué te ha hecho? - dijo serio, irguiéndose en el sofá, e inmediatamente se puso serio.
-¿Él? - reí - ¿Por qué siempre es él quien me tiene que hacer algo? ¿No puedo ser yo?
-Tú no serías capaz de hacerle ningún daño a nadie. Eres demasiado sensible... Y lo que paso con Eleanor no tiene sentido. Te echaste la culpa de una chorrada en la que tu ni siquiera intervenías en cuerpo y alma. Eres... Un poco tonta en ese sentido - dijo mientras me miraba pícaro. - Bueno, que, ¿qué te ha hecho?
-¡Oye! No soy tonta... Tengo casi veinticuatro años, merezco un poco de respeto en cuanto a ti, eh.
-¿Me lo vas a contar? ¿O..?
-Mike - le interrumpí -, ya lo sabes, lo intuyes, no te hagas el tonto tú.
-Tenía la esperanza de que quizá él no fuese tan estúpido como lo fui yo.
En ese momento, empezó a sonar mi móvil, fui corriendo a la habitación dejando caer por el suelo la cinta rosa que había atado mi pelo durante la conversación.
Era Louis.
-¡LADRONZUELA! - gritó con voz ebria - ¿dónde estás? Harry me ha llamado, esta tope borracho conmigo, jaaaaaaaaaaaaaaaa, ¿dónde estas?
-¿Louis? ¿Estáis bien? ¿¡Dónde estas!?
-Eh, espera, ladronzuela, que nos están siguiendo - tras unos cuantos traspiés, oí como ambos se ponían a gritar - ¡no queremos fotos, joder! Vete a la...
Y en ese momento se cortó, me puse la chaqueta con la intención de ir a buscarlos, pero antes de que saliese de la habitación, oí los mismos gritos y golpes en la puerta de mi casa. Las dudas se me resolverían en ese momento.
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