sábado, 24 de noviembre de 2012

Capitulo 39.

-¿Que pasa?¿Porque lloras? - me preguntó Mike al verme con las manos en la boca, aguantándome las ganas de gritar de alegría.
-Es... es esto - le dije mientras le mostraba el papel con todas las afirmaciones que me hicieron tan feliz.
-Pero... esto te lo tenían que haber dicho el mismo día que murieron, el día que Laura fue a pedir la custodia,  ¿no fuiste con ella? 
-No pude, entiéndeme, no...
-Sí, si yo te entiendo, pero ahora no sabemos ni donde está, no sabemos nada Eva, tenemos que buscarla, ahora mas que nunca.

Después de arreglar mi casa, me duché y me cambié lo más deprisa que pude, me quité el collar de Harry y me puse el de mi madre, 'Tendré que llamarlo luego, quiero que me perdone, no puedo vivir así' me dije mientras lo ponía en su respectiva cajita.
Cuando me decidí a salir, vi a Mike apoyado en la pared justo al lado de las escaleras, llevaba mi gorro en la mano y mi bufanda en el hombro, su sonrisa era una de las cosas, que es su momento, me encantaban, en ese momento, en cambio, solo significaba una cosa. Más dudas. Desvié mi mirada de la suya y me acerqué mirando al suelo, cogí el móvil y las llaves que estaban en la mesa del comedor, me los metí en el bolsillo del abrigo y le arranqué el gorro de las manos, me lo puse y bajé para salir de casa e ir a preguntarle a la señora Kinddle si sabía algo, ese era mi propósito en ese momento. Cuando puse la mano en el pomo de la puerta, dispuesta a abrirla, sus manos tocaron mi cuello, haciendo que me estremeciera, el tacto de la bufanda por mi cuello no era nada en comparación con sus manos, parecían suaves, a los dos segundos me giré y, como hice con el gorro, se lo arranqué de las manos, y me la puse yo sola. 'Nada de sentimientos' me decía mientras salía de mi casa.

Tocamos seguidamente la puerta, tanto como el timbre, me estaba desesperando cuando di un golpe bastante fuerte, y la oí chillar al otro lado de la puerta, suponía que sería un insulto o algo parecido.
-¡¿Qué pasa?! ¡Son las ocho y media de la mañana, y es domingo! ¡¿Qué queréis?!
Su cabellera blanca caía despeinada por su espalda, tenía la manta verde, que me prestó una vez, por los hombros. Su adormilada cara estaba enfadada, me dio miedo por un instante preguntarle sobre mis hermanos, pero la situación impidió las ganas que tenia de dar media vuelta.
-Buenos días, señora Kinddle, lamento molestarla, pero...
-Abuela, ¿quien es?
Su voz... En cuanto la oí, recordé todo lo que había dicho a Harry, todo aquello que le hizo dudar, y que, en ese momento, rondaba por su cabeza, Harry ya no era mío, y mis ganas de acercarme a ella disminuyeron, no quería alterar a la señora Kinddle, ni tan si quiera  Mike.
-Amelia, hija, ve a descansar, esta tarde tenemos que hacer muchas cosas.
Cuando por fin le daba la luz de la mañana en la cara, vi sus ojos rojos e hinchados, "¿ha llorado?" me pregunté, me miró y sonrió, la rabia volvió a correr por mis venas cuando vi esa sonrisa, esa sonrisa que ya conocía.
-¿Eva? ¿Qué?¿Harry se ha cansado de ti y te tienes que ir con ese? - empezó a reír, intenté ignorarla y volver a entablar la conversación con su abuela.
-Por favor, ¿sabría decirme si mi tía le ha dicho o ha dado algo para mi?
-Oh, claro, hace un par de días, creo, me dio un par de cosas, pero no me dijo que fuesen para ti, solo me dijo que las guardara.
Miré a Mike un segundo y él empezó a hablar.
-¿Y sabe que son?
-¿Crees que lo he abierto? - su mirada indignada hizo que diera un paso hacia atrás - Ahora vengo.
Cogí el brazo de Mike con fuerza, imaginaba una carta en la que pondría donde estaba y alguna excusa de porque se había ido, imaginaba alguna que otra bolsa con cosas de mis hermanos, en donde, pensé, permanecería todavía su olor.
-¿Donde están? ¿Donde los has dejado?
-¿Perdón?
-Sí, ¿donde esta Harry?
-¿Y eso a ti te importa? Venga, por favor, ¿que quieres de ellos? ¿Fama?  - Mike respondió sin esperar que lo hiciera yo.
-¿Fama? Quien sabe... Igual solo buscaba placer, ¿no Eva? Tu ya sabes de lo que hablo.
Levante el brazo para darle una bofetada, pero Mike me paro y los gemidos de su abuela hicieron que ella entrara en la casa y desapareciera.
-Toma, solo es un sobre, pero pesa, a saber que habrá, ¿ahora me dejas dormir?
-Sí, lo siento mucho, muchísimas gracias por todo, de verdad.
Cerró la puerta sin decirnos adiós, yo cogía aquel sobre como si vida fuese en ello, él iba detrás de mi, sin tocarme, quizá hubiera necesitado algún abrazo suyo, quizá hubiera necesitado una caricia suya, pero no paso nada. No paso nada en ese momento.



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