jueves, 27 de diciembre de 2012

Capitulo 48.

Todavía estaba oscuro, y no quise hacer mucho ruido. Bajé a la cocina y encendí la luz, me preparé un café con leche y empecé a volver al pasado de una manera más depresiva.
Cuando Harry y yo decidimos comprar aquella casa, fue más que nada por el hecho de mis idas y salidas hacía las ciudades que me indicaba el señor Quendeck, aquel apartamento ya no les servía de nada, y simplemente era un alquiler por las prontas entrevistas que tenían por el centro de la ciudad. Y poco a poco cada uno se fue comprando una casa propia, así que no fuimos menos, Harry yo empezamos a mirar a las afueras de la ciudad, mi casa la utilizábamos para almacenar los continuos papeles que el señor Quendeck y el detective acumulaban, prácticamente se había convertido en su despacho. Eleanor se dio un tiempo de desaparecida, aunque la llamaba todos los días para saber cómo estaba, Louis se lo tomó mucho peor y cuando por fin ella se decidió a volver el estado de ánimo de él cambió radicalmente, de estar metido en su habitación (de la casa dónde antes vivían los cinco) a salir todos los días con ella, hasta que, por supuesto, empezaron los viajes y las entrevistas al rededor del mundo... Aunque después de cinco años de vivir con Harry, yo me acostumbré a estar semanas sola, sin él. Por lo menos nos teníamos las unas a las otras. Niall estuvo saliendo con una chica que conoció en uno de sus conciertos, no tenia fama, y eso fue lo que me encantó de ella, era como yo. Una simple chica de la ciudad, aunque por lo menos ella era directioner algo que en su momento yo no fui. Zayn ya no tenía nada serio con Perrie, aunque estuvieron en una ida y venida muy extraña, según la prensa rosa y los programas de la tele, ella le había dejado por infidelidad, algo que yo no creí, y fui a hablar con él, quien me explicó que fue al revés. La verdad es que no me lo esperaba, ella parecía de verdad quererle... Aunque pareció ser todo una farsa...
Y en esos momentos ellos dos eran los que estaban solteros, una polémica entre las fans. A mí, me seguían odiando unas cuántas y otras pocas me admiraban. Las parejas más populares de entre los chicos, eran las de Danielle y Eleanor, lo envidiaba. Hubiera deseado poder ponerme a su altura, aunque nunca lo logré, algunos decían que estaba con él solo por la fama, ¿cómo iba a estar por la fama si antes ni sabía quiénes eran? Otros decían que todo era una mísera mentira, que yo solo era una amiga, bien, eso no me molestó, pero que añadieran a un sustantivo 'amiga' diversos adjetivos malsonantes, no era de mucho agrado.
Los pasos de Harry interrumpieron mis pensamientos.
-¿Otra vez? - dijo abrazándome por detrás y dándome un beso en el cuello.
-Otra vez - un suspiro acompañó mi respuesta - ¿te he despertado?
-No, simplemente echaba de menos tu cuerpo al lado del mío...
-Vaya... ¿Y como me remplazas en los viajes que haces?
-Bueno, Lou duerme conmigo, -rió - porque él también la echa en falta, ya sabes.
-Claro, claro, ¿hasta que hora tenemos?
-Pues - miró hacia el reloj que puso Louis en una pared del comedor -, el avión sale a las doce, así que tenemos tiempo, ¿quieres que te acompañe?
-No, si no era por eso, no te preocupes.
-¿Segura?
-Sí, segurísima, de todas formas van a ser malas noticias, ya me estoy acostumbrando, aunque ya sabes, no me voy a rendir.
-Sí, lo sé. Pero esta vez quiero acompañarte. Por algo te ha dicho que es de urgencia y...
-Ya saber como son sus "urgencias" - ironicé esa última palabra -, será porque le faltará alguna firma o algo así.
-Bueno - dijo sirviéndose una taza de café -, igualmente te voy a acompañar, sí o sí.
No pude contrariarle, en cualquier caso, sí que prefería que me acompañase. Me había acostumbrado a ir cada mañana a mi casa dónde estaban el señor Quendeck y el detective, y que me diesen las típicas noticias de 'estamos haciendo todo lo posible' o 'necesitamos tales papeles'. Por supuesto, para todo ello, necesitaba dinero. Por lo que tuve que vender la casa que teníamos en Irlanda, esa casa iba en herencia de mi hermano, pero antes que eso, prefería encontrarlo y ya en su momento si me lo hubiese pedido, le hubiera dado todo lo que me había gastado. No quise aceptar el dinero de Harry, ¿para qué? ¿Para qué tengan más razones y se hubieran metido más conmigo? Podía valerme por mí misma.
-Por cierto, ¿quién es Evelyn?
-¿Evelyn? ¿No querrás decir Caitlyn?
-No sé, Harry, la chica de Niall, o quién sea. El otro día que lo llamé me contestó ella y no me lo quiso pasar. Eso no pasaba cuando estaba con Claudia.
-Es que no te conoce, tenías que haberle dicho que eras mi novia.
-¿Qué quieres decir con eso? - no era muy normal que él y yo discutiéramos, pero de vez en cuando lo hacíamos - ¿Solo me consideran por salir contigo o qué?
-No me refería a eso, cielo, pero ella...
-Qué sí, ya te entendí.
Dejé la taza de café con leche medio llena y salí de la cocina, claro que sabía que se refería a que no me conocía, pero todavía me seguía afectando, en esos momentos, no ser alguien a parte de la novia de un componente de la banda más conocida en el mundo. Solo era una más, mientras que Eleanor ya se había convertido en una modelo profesional, y Danielle ya tenía un contrato permanente con una empresa de baile, mientras que yo seguía siendo aquella chica que ni siquiera tenía una carrera.
Subí a la habitación y abrí la única ventana que había, daba directamente al campo, era una casa a las afueras de la ciudad, el mejor sitio para vivir. Corrí las puertas del armario y ahí estaba, llevaba mucho tiempo sin ponérmelo, el collar de mi madre, estaba en la caja de dónde aquella vez Harry me regaló el collar que en ese instante lo llevaba puesto. Lo acaricié y volví a correr la misma puerta ocultando aquella parte del armario, saqué lo primero que vi, unos vaqueros y una camisa blanca con encaje por detrás, me puse unas botas, y salí de la habitación. Me crucé con él cuando me dirigía a la entrada.
-¿Te vas ya?
-¿Tú qué crees?
-Cinco minutos, ¿vale?
Subió a toda velocidad, y yo bajé con toda la parsimonia del mundo, llegué a la entrada y empecé a ponerme el abrigo, aunque todavía era finales de otoño el frío parecía de invierno. Me puse el gorro negro, el último regalo de mi padre... Cogí el móvil y para mi sorpresa tenía tres llamadas perdidas de esa noche. Me había acostumbrado a dejar el móvil en silencio y ponerlo en la pequeña cómoda que había en la entrada, por lo que habían veces en las no me enteraba de quién me llamaba o mandaba un mensaje.
Empecé a ver de quién eran las llamadas, todas desde el número fijo de mi casa. Y a los pocos segundo un mensaje de voz llegó a mi móvil. Maqué el número del buzón de voz y empecé a oír las palabras del señor Quendeck después de la voz de una operadora que me indicaba a que hora lo había mandado.
No me pude creer lo que oí, y el móvil se resbaló de mis manos, no pude ni pestañear, y me quedé inmóvil.
-Vale, ya estoy, nos vamos - seguí inmóvil, él se acercó a mi  para coger su abrigo, y se dio cuenta de mi asombro - ¡Eva! ¿Qué pasa?
No supe reaccionar, había deseado tanto recibir esas noticias, pero no pude reaccionar, hablé con un hilo de voz, resumiendo todo lo que me decía en aquel mensaje de voz.
-Los han encontrado.
Dije, todavía sin moverme.

2 comentarios:

  1. OMG, que escalofrio me ha dado cuando he leido la ultima frase!!! Es genial Andrea!!!

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  2. Dioooooos! Necesito el siguiente por favor!

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