Me tumbé en la cama boca-arriba, suspiré profundo y empecé a pensar en como iba a contar mi condenada historia. 'Igual el también piense lo despreciable que soy, y me deje aquí sola.' pensé 'Tendré que correr el riesgo, no quiero mentiras.'
-No hace falta que me lo cuentes, tran..
-Te lo quiero contar, lo que no sé, es cómo- ahora era él quien se puso de lado para observarme.
-¿Quieres que te ayude? - asentí - ¿Es sobre tus... padres?
-Sí - fue la respuesta más seca, que había oído.
-¿Tiene... tiene que...?
-Sí, tiene que ver con su muerte - yo también me giré para estar frente a él -, mi, mi madre, llevaba este collar cuando murió, fue lo único que nos dieron que se pudo salvar, a parte de sus cuerpo completamente quemados, y una bolsa de papel, en la que estaba la falda que me habían comprado - no lloraba, solo recordaba -, llevo este collar porque... porque fue culpa mía que muriesen, de... de a... de alguna manera tengo que castigarme por el hecho... - me puso un dedo en los labios, y recogió con el pulgar mi primera lágrima.
-No fue culpa tuya - sonreí, recordé cuantas veces me había dicho eso mi tía -, fue inconsciencia, ni ellos ni tu sabían lo que podía pasar, y pasó lo peor, pero ni tu ni nadie, tienen la culpa, en todo caso, si nos pusiéramos a buscar algún culpable, sería ese estúpido y borracho conductor del camión.
¿Que podía decirle? Me había hecho sentir la mejor persona del mundo, como si todo al rededor fuera tan imperfecto como creía que era yo, y él haciéndome la más perfecta de todo, y de todos. No quería, no quería que me hiciese sentir bien, porque se suponía que era inútil, se supone que tendría vivir con ese odio a mi misma, por dejar a mis hermanos sin padres, sin ejemplo a seguir, sin volar esas cometas en ese parque. No podía no dejar de sentirme culpable, pero él lo había conseguido, había conseguido que me sintiese completamente libre de esa culpabilidad que conllevaba la muerte de mis padres. Sólo él lo había conseguido.
Como no supe reaccionar a sus palabras, solo me acerque a él y le besé, su brazo rodeaba mi cintura, y sin darme cuanta me colocó encima suyo, no separé mis labios de los suyos, y él tampoco hizo el esfuerzo.
Se estaba levantando, quedando yo entre sus piernas y sentada en ellas, empecé a levantarle la camiseta, y separé mis labios de los suyos con brusquedad.
-¿Que pasa? - me dijo besándome el cuello, no podía resistir, le quite la camiseta entera, y volvía besarle con intención de no parar.
Lo único que cubría mi pecho y mi barriga era esa camiseta ancha, no llevaba nada más, y empezó a quitármela, mis manos se perdían en su espalda, en su torso, en él. Cuando me la quitó, parecía que sus perfectas manos también hacía lo mismo en mi cuerpo. Lo tumbé en la cama, y sonrió, mientras no dejaba de besarme. El calor fue aumentando y la simple manta azul que nos cubría, desapareció por el suelo, solo teníamos la sábana roja que nos tapaba de cintura para abajo. Ni él ni yo, llevábamos la parte de abajo del pijama, por lo que nos quedamos completamente desnudos. Esa vez fue él quien se puso encima mío, sus manos seguían en mi espalda, y ya no me besaba en los labios, bajaba más y más, el cuello, mis pechos, mi tripa... todo. Volvió a subir con rapidez a mi boca, y siguió con otro tierno beso.
Ya estaba lista, estaba lista para estar completamente con él, estaba segura con él, estaba segura cuando él me acariciaba, cuando me besaba, cuando no había ni una mínima distancia entre nosotros, estaba segura.
Sin decir nada, solo con mirarnos, sabíamos que era el momento, y lo fue, estaba conmigo. 'Es mío, soy suya' pensé.
-No hace falta que me lo cuentes, tran..
-Te lo quiero contar, lo que no sé, es cómo- ahora era él quien se puso de lado para observarme.
-¿Quieres que te ayude? - asentí - ¿Es sobre tus... padres?
-Sí - fue la respuesta más seca, que había oído.
-¿Tiene... tiene que...?
-Sí, tiene que ver con su muerte - yo también me giré para estar frente a él -, mi, mi madre, llevaba este collar cuando murió, fue lo único que nos dieron que se pudo salvar, a parte de sus cuerpo completamente quemados, y una bolsa de papel, en la que estaba la falda que me habían comprado - no lloraba, solo recordaba -, llevo este collar porque... porque fue culpa mía que muriesen, de... de a... de alguna manera tengo que castigarme por el hecho... - me puso un dedo en los labios, y recogió con el pulgar mi primera lágrima.
-No fue culpa tuya - sonreí, recordé cuantas veces me había dicho eso mi tía -, fue inconsciencia, ni ellos ni tu sabían lo que podía pasar, y pasó lo peor, pero ni tu ni nadie, tienen la culpa, en todo caso, si nos pusiéramos a buscar algún culpable, sería ese estúpido y borracho conductor del camión.
¿Que podía decirle? Me había hecho sentir la mejor persona del mundo, como si todo al rededor fuera tan imperfecto como creía que era yo, y él haciéndome la más perfecta de todo, y de todos. No quería, no quería que me hiciese sentir bien, porque se suponía que era inútil, se supone que tendría vivir con ese odio a mi misma, por dejar a mis hermanos sin padres, sin ejemplo a seguir, sin volar esas cometas en ese parque. No podía no dejar de sentirme culpable, pero él lo había conseguido, había conseguido que me sintiese completamente libre de esa culpabilidad que conllevaba la muerte de mis padres. Sólo él lo había conseguido.
Como no supe reaccionar a sus palabras, solo me acerque a él y le besé, su brazo rodeaba mi cintura, y sin darme cuanta me colocó encima suyo, no separé mis labios de los suyos, y él tampoco hizo el esfuerzo.
Se estaba levantando, quedando yo entre sus piernas y sentada en ellas, empecé a levantarle la camiseta, y separé mis labios de los suyos con brusquedad.
-¿Que pasa? - me dijo besándome el cuello, no podía resistir, le quite la camiseta entera, y volvía besarle con intención de no parar.
Lo único que cubría mi pecho y mi barriga era esa camiseta ancha, no llevaba nada más, y empezó a quitármela, mis manos se perdían en su espalda, en su torso, en él. Cuando me la quitó, parecía que sus perfectas manos también hacía lo mismo en mi cuerpo. Lo tumbé en la cama, y sonrió, mientras no dejaba de besarme. El calor fue aumentando y la simple manta azul que nos cubría, desapareció por el suelo, solo teníamos la sábana roja que nos tapaba de cintura para abajo. Ni él ni yo, llevábamos la parte de abajo del pijama, por lo que nos quedamos completamente desnudos. Esa vez fue él quien se puso encima mío, sus manos seguían en mi espalda, y ya no me besaba en los labios, bajaba más y más, el cuello, mis pechos, mi tripa... todo. Volvió a subir con rapidez a mi boca, y siguió con otro tierno beso.
Ya estaba lista, estaba lista para estar completamente con él, estaba segura con él, estaba segura cuando él me acariciaba, cuando me besaba, cuando no había ni una mínima distancia entre nosotros, estaba segura.
Sin decir nada, solo con mirarnos, sabíamos que era el momento, y lo fue, estaba conmigo. 'Es mío, soy suya' pensé.
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